Expertos en Aerobiología alertan de que la distancia no es garantía frente al COVID en interiores mal ventilados

La catedrática de la UPCT Stella Moreno es una de los autores de un estudio sobre las evidencias científicas de la transmisión por vía aérea del coronavirus

Publicada el 22.Sep.2020

El uso de las mascarilla es la mejor protección ante el COVID-19 en ambientes interiores incluso cuando la distancia personal es muy superior a los dos metros recomendados, según las evidencias científicas recogidas por un documento de la Asociación Española de Aerobiología y la Sociedad Española de Sanidad que pide no minimizar los riesgos de transmisión aérea del virus y recomienda encarecidamente una buena ventilación de los espacios cerrados “incluso cuando cause cierta incomodidad térmica”.

El documento está firmado por Francisco Vargas Marcos, epidemiólogo del Ministerio de Sanidad, Manuel Ruiz de Adana, profesor de la Universidad de Córdoba, Isabel Marín Rodríguez, presidenta de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, y por la catedrática de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y presidenta de la Asociación Española de Aerobiología, Stella Moreno Grau, para quien “es un error creerse seguro y quitarse la mascarilla por estar a más de dos metros de otra persona. El contagio por vía aérea no debe ser minimizado”.

La revisión de investigaciones científicas que recoge el documento incluye recomendaciones a los ciudadanos como “mantenerse alejado de espacios abarrotados y mal ventilados” y el “uso activo de las ventanas en edificios sin sistemas de ventilación mecánica” para evitar la inhalación de partículas contaminadas por COVID-19. “Es muy importante aumentar el suministro de aire fresco y evitar la recirculación de aire en los sistemas de ventilación”, según se puede leer en el estudio, que aconseja “suministrar tanto aire exterior como sea razonablemente posible”.

“Hay que sacrificar algo de bienestar climático en pos de la dilución de las partículas contaminadas”, aconseja la docente de la UPCT, así como utilizar mascarillas de mayor protección que las quirúrgicas en lugares concurridos.

Minimizar el tiempo que se pasa en espacios interiores mal ventilados y con alta ocupación, reducir las tasas de ocupación de los locales y evitar las aglomeraciones en el transporte y en edificios públicos son otras de las recomendaciones apuntadas por los investigadores.

El mayor peligro se da en lugares concurridos mal ventilados o con flujos de aire recirculante que no cuenten con un sistema de filtrado de aire, sostienen los expertos. No obstante, los científicos consideran improbable que el virus se difunda por los conductos de los sistema de ventilación y climatización. Los mismos autores también participaron en la elaboración, junto con la industria y los profesionales de la climatización, de un documento publicado por el Ministerio de Sanidad con recomendaciones de operación y mantenimiento de sistemas de climatización y ventilación.

Los riesgos son mucho menores en espacios abiertos “dado que la dilución de los aerosoles exhalados por una persona infectada se produce muy rápidamente en el aire ambiente exterior”, explica el documento. De hecho, la transmisión de enfermedades dentro de los espacios cerrados mal ventilados puede llegar a ser 20 veces superior a la transmisión en el exterior, según una de las publicaciones revisadas. Otra indica que de 318 brotes estudiados en China, la transmisión de todos los casos se produjo en espacios cerrados excepto en uno.

El documento se centra en la posibilidad de transmisión por vía aérea del virus mediante aerosoles de pequeño tamaño que permanecen suspendidos en el aire a una distancia mayor de dos metros, especialmente en lugares cerrados y con escasa ventilación. Las personas generan aerosoles de forma continua cuando exhalan aire mientras respiran, hablan, tosen o estornudan. La cantidad de aerosoles emitidos aumenta cuando la persona padece enfermedades respiratorias. Los investigadores recuerdan que el contagio por vía aérea ya quedó demostrada durante el virus SARS-CoV-1, predecesor de la actual pandemia.

 

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